Desde la perspectiva de la teoría polivagal, el trauma se puede definir como un evento o serie de eventos que desencadenan una respuesta de amenaza de muerte en el cuerpo, superando y forzando la capacidad adaptativa de la persona para procesar y comprender lo que ha sucedido y volver a un estado regulado.
Cuatro condicionantes hacen que la respuesta de supervivencia natural se vea interrumpida y la energía que hubiéramos proyectado para sobrevivir se quede atrapada en el cuerpo provocando una cascada de síntomas que nos pueden generar malestar o entorpecer nuestro día a día (desorganización del sueño, ansiedad, falta de seguridad en las relaciones sociales, dolores de cabeza, sensación de indefensión, angustia, desesperanza, sensación constante de culpa y vergüenza)
Estos condicionantes se dan cuando la experiencia a la que nos enfrentamos sucede:
Será nuestro sistema nervioso autónomo quien regule nuestra respuesta fisiológica y emocional.
La presencia de otra persona se vuelve indispensable para recuperar un estado de bienestar y una construcción sana de la base de nuestra identidad y nuestras narrativas, que nos permita reorganizar la respuesta de supervivencia integrando así la experiencia.
El trauma por tanto, se origina como una respuesta en la fisiología de cada individuo sin tener en cuenta la magnitud del evento.
Podemos considerar al sistema nervioso autónomo como la base sobre el cual se construye nuestra experiencia vivida, la forma en la que nos movemos por el mundo, girando, conectándonos, a veces aislándonos.
Los seres humanos estamos programados para sobrevivir y para hacer frente a situaciones que no deberían haber ocurrido y también a las que si deberían haber ocurrido y no lo hicieron. Cada una de nuestras respuestas es una acción al servicio de la seguridad y de la supervivencia, única en cada persona.
Encontraremos en estos patrones inconscientes, en estas conductas, el origen de nuestro sufrimiento. Será con el acompañamiento y presencia segura del terapeuta que las personas podrán identificar estos patrones e involucrar y guiar a su sistema nervioso hacia un estado más regulado de conexión y apertura, registrando así respuestas más adaptativas y sanas para ellos.
Resolver el integrar nuestras experiencias traumáticas nos ayuda a recuperar nuestra confianza, nuestra valía, nos hace merecedores de cuidados, de protección y dignos de amor.
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